
La Luna Llena de este mes de agosto nos da la bienvenida desde el cielo en Dhanishtha Nakshatra. Este Nakshatra (una de las 27 “casas lunares” en las que se divide la eclíptica según la Astrología Védica) está compuesto por cuatro estrellas que conforman la cabeza del delfín en la constelación Delphinus, entre los signos de Capricornio y Acuario.
Dhanishtha es traducido como “riqueza completa” refiriéndose a una riqueza mental y espiritual (Dhani significa rico, abundante e Ishtha sería completo, pleno). Esa gratitud y abundancia que se siente al saberse en el lugar adecuado, en el momento preciso de nuestra historia encarnada. Porque siempre es así. Nos movemos a los ritmos precisos del compás de nuestra composición vital.
El momento en el que la luna y el sol están en su oposición creando la luna llena que observamos desde nuestro punto de vista terrestre, se dará en el grado 5º de Acuario, trayendo con ello las energías de este trozo del cielo a nuestro microcosmos humano.
Unas energías que nos hablan de dejar ir de ilusiones y aprender a ver con claridad para poder abrazar todas las caras de la realidad y de uno mismo, y cómo a través de esta unión de opuestos y diferencias internas, podemos sentirnos en plenitud para vivir una vida rica física, mental, emocional, material y espiritualmente.
Unas energías que nos hablan de escuchar con el corazón el silencio del vacío que lo hace todo posible, escuchar más allá de lo que creemos oír, escuchar más adentro a los susurros que se mueren por ser validados. Las necesidades abandonadas, los deseos y sueños olvidados.
Es tiempo de re-conocerse; de ver y escuchar con el corazón.
Las deidades que rigen esta zona del cielo son los Ashta Vasus (“ocho Vasus”); ocho deidades que representan aspectos naturales y cósmicos. Éstos son los cinco elementos (Tierra, Fuego, Aire, Agua, Éter) y el Sol, la Luna y las Estrellas. La luna llena este mes nos habla de la conexión que podemos encontrar entre lo más pequeño y lo más grande, entre el cielo y la tierra, entre lo que hacemos cada día y cómo percibimos nuestra vida al ir llegando nuestro último aliento.
Todo tiene su ritmo, su momento, y su lugar preciso. Todo late a un ritmo en armonía con la melodía del corazón universal. Si el corazón individual aprende a escuchar este ritmo incesante, podrá alinearse con los tiempos precisos y necesarios para la evolución de su consciencia, para la reunificación del alma individual con el alma eterna. Dejemos que esta luna llena abra un espacio de claridad para poder ver, aunque sea con los ojos entreabiertos, ese deseo profundo, chispa, semilla y brote de nuestra misión encuerpada, vivida, encarnada y disfrutada plenamente en el aquí-ahora.
Dhanishtha Nakshatra es conocida también como “la estrella de la sinfonía” y su símbolo es un tambor. El tambor como metáfora del ritmo de la vida. Esta luna nos ayuda a alinearnos con los ciclos y tiempos naturales, los ciclos que no podemos controlar, pero con los que sí podemos aprender a trabajar y fluir, si podemos, sabemos y queremos escucharlos.
Podemos asociar el símbolo del ritmo, ciclicidad de la vida y el cosmos de este Nakshatra con la representación de Shiva Nataraja, el dios de la disolución en su forma de Señor de la Danza, en la cual sujeta en una mano el tambor del pulso universal, el Damaru. Un tambor que en sí tiene forma de reloj de arena, y que al igual que éste, simboliza el paso efímero y cíclico del tiempo.
Nacer, vivir, morir, renacer.
Creación y disolución.
Al igual que el dios Shiva baila su danza Lasya de la creación, o su danza Tandava de la disolución, la vida va pasando entre momentos alternos de subida y bajada, de entrada y salida, de perdernos y volver a encontrarnos. Dos caras de la misma moneda, son en esencia ambos aspectos de Shiva como representación de la realidad, que destruye para recrear. Y no en forma circular, sino de espiral. Volvemos al lugar que nos abre la percepción hacia una vuelta más. Subimos y bajamos como las olas del mar, sabiendo que formamos parte de un océano primordial.
El tambor del tiempo encarnado sólo puede resonar si el silencio eterno lo envuelve. Sin silencio no habría reverberación. La vibración como centro cósmico de todo lo creado. Y desde el abismo profundo del silencio interior encontrar la chispa que se enciende con el primer sonido, la primera vibración de tu deseo motor. Lo que te trajo aquí. Por lo que vives. Por lo que mueres. Por lo que late tu corazón. Haz latir tu tambor interno en consonancia con tu escucha atenta. Tu observación atenta de quién eras y quién serás, pero sobre todo, de quién eres esencial y eternamente.
Es un momento ideal para dejar ir algunas energías de rabia y frustración. Las lunas llenas sustentan la energía de soltar, de decir adiós, de deshacernos, desmembrarse para rehacernos como la obra de arte que queramos. Habrá irritabilidad, resentimiento en el ambiente. Una sensación de haber “perdido el tiempo”.
Pero ¿qué es más bello que encontrar una y otra vez el presente eterno?
¿Perderse para reencontrarse?
¿Desestructurarse uno mismo para construirse nuevamente?
Es una oportunidad para rehacer nuestros patrones, para validar los que ya no nos sirven y darles gracias, dejarlos ir, para abrir espacio a lo nuevo que quiere ser recreado desde dentro, desde el centro de todas las espirales que suben y bajan.
Te invito a bailar tu rabia si así lo deseas, a mover tu ira y tu frustración por tu cuerpo al ritmo de los tambores internos. Quémate en danza viva para renacer de tus cenizas.
Te invito también a pausar el ritmo. A respetar tus silencios. A parar y descansar para que las aguas vuelvan a su cauce, para que el silencio se convierta en el océano que nos sustenta para escuchar con compasión y con amor la nueva voz que renace desde el centro del corazón.
RITUAL DE LUNA LLENA
Este es un ritual para conectar con el silencio interno, a través del sonido externo como apoyo y herramienta.
Siéntate o túmbate cómodamente en cualquier parte. Cierra los ojos, o déjalos entreabiertos si prefieres.
Comienza a respirar por la nariz, inhalando y exhalando observando el vaivén de la respiración.
Presta atención a tu cuerpo físico, sus sensaciones, sus mensajes.
Quédate un rato respirando de forma natural, relajando tu cuerpo y tu mente, relajando el ritmo del pulsar universal, de la respiración a través de tí.
Tras unos instantes así, toma conciencia de los sonidos que están más cerca de tí. Incluso aquellos que emanan de tu interior. Tu respiración, tragar saliva, sonidos del cuerpo… Quédate unos instantes aquí observando, respirando, escuchando.
Concéntrate e intenta distinguirlos, de cerca a lejos, poco a poco, de dentro a afuera. Agranda tu amplitud de escucha y presta atención a los ruidos y sonidos de tu alrededor, de tu habitación, oficina, transporte público… Los pájaros, construcción, voces, conversaciones… Quédate aquí observando, respirando, escuchando.
Nuevamente toma conciencia de tu cuerpo en el espacio y del vaivén de la respiración, y concéntrate en los sonidos más lejanos que puedas escuchar. De allí, trae tu atención poco a poco hacia los más cercanos que puedas escuchar pasando por todos aquellos entre medias. De lejos, a tu centro.
Toma conciencia del centro de tu cuerpo, entre pecho y espalda. Siente los sonidos externos e internos disolverse en tí. Presta atención, más adentro, sigue un poco más, y observa el silencio que emana del centro de tu ser. El silencio que lo sustenta todo. El silencio que es el océano de todas las posibilidades.
Disfruta quedándote aquí en tu silencio interno el tiempo que sientas necesario.
Feliz Luna LLena,
Danah
Me encanta!! Muchas grscisd !! [cid:A3B624F3-7CDC-464E-B21D-62C4B3A24C4C]
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